martes, 14 de febrero de 2017

Ingenuidad Mexicana, Viveza Extranjera.


Ingenuidad Mexicana, Viveza Extranjera.

Muchas veces los mexicanos nos auto-denigramos  creyendo que las gentes de otros países de “primer mundo” son superiores, no sólo en el plano económico, sino en el moral.
La realidad es que lo son en el plano económico (y eso con sus asegunes, ya que muchos países están endeudados varias veces su PIB para mantener su tren de vida). En el plano moral no son diferentes a nosotros y a veces son peores.

El siguiente relato no es para generalizar sino para compartir experiencias que he conocido a través de consultoría, como en este caso de manera directa.

Una clienta canadiense nos contactó a través de Bancomext para que le fabricáramos las muestras de su nuevo catálogo de muebles. Nos mandó planos muy detallados. Negociamos que nos diera el 50% de anticipo. Le indiqué que estarían listos en 30 días, acordamos que podía ir a verlos sin que estuviera presente.

Estaba de viaje y la señora pasó a ver sus muestras ya terminadas.  Al día siguiente regresé a la fábrica y me acerqué a José mi jefe de taller para preguntarle cómo iba todo. Me llevó a ver las piezas, había un “cerro” de ellas. Le pregunté a José  por qué tantas y me dijo señalando un lote que esas eran las muestras de acuerdo a los planos. Las piezas estaban al milímetro. Entonces José me dijo que la señora quiso hacer modificaciones y cambios de proporciones y continuó haciéndolos hasta juntar muchas más piezas.

Me acerqué a la señora y después de saludarla (todo en inglés) le pregunté con curiosidad por qué había hecho tantas piezas. Me contestó enfadada –“¡Es que estos indios no saben trabajar!”-

Le dije a la señora que me acompañara por favor a la oficina.  Le comenté que había ofendido a mi gente, que son como si fueran de mi familia y también a mi país. Que no podíamos trabajar con ella. Entonces reaccionó de varias maneras, desde molesta hasta el extremo de ser suplicante y decirme que tenía mucho dinero que si le fabricaba su producción se podían vender muy bien las piezas y me iría muy bien. Le comenté calmadamente pero con firmeza que no había dinero que me comprara. Hicimos la cuenta, me pagó el saldo y se llevó sus piezas.

Pasaron dos meses y en la siguiente expo mueblera me encontré con una amiga que trabaja en una empresa de transportes. Mi amiga me preguntó si había sabido del caso de una señora canadiense que andaba cometiendo fraudes a productores de muebles. Era la misma persona. Mi amiga me comentó que la señora no le había pagado a la empresa transportista el flete a Canadá.

En México no somos santos y hay gente que comete fraudes. Sin embargo tuve la curiosidad de hablar al centro jurídico de Bancomext para averiguar cómo andan las demandas de mexicanos hacia extranjeros y extranjeros hacia mexicanos. El gerente de la ciudad de México me comentó que los extranjeros fraudulean en una proporción de 3:1 a los mexicanos. Ese era el marcador estadístico. Por cada mexicano que se pasa de vivo hay tres extranjeros que lo hacen.  Ese marcador tiene un gran componente de ingenuidad que todavía conservamos en buena parte en México. Creemos que son “mejores personas” (por algo son de “países civilizados”) y que no les pasa por la mente cometer actos indebidos.

El punto que quiero transmitir es que jamás te sientas que vales menos, tu, tus colaboradores, tu país, con respecto a gente de ningún nivel social, de ningún país, por “civilizado” y “buena fama” que pueda tener. Si alguien rebasa el límite de la dignidad en su trato hacia nosotros, es mejor cortar por lo sano y no pecar de ingenuidad.  Hay señales a las cuales hay que prestar atención.

Derechos Reservados 2017, Ing. Gerardo Herrero Morales



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