jueves, 18 de febrero de 2021

¿Por Qué Dices Que Crees en Dios?

 



“La gente es la que hace las condiciones de la sociedad, no Dios.”

Virginia Cleo Andrews, escritora estadounidense.

Es la pregunta que me hizo una participante en un curso. 

Sucede que estaba impartiendo un curso de dos sesiones. Al terminar la primera se acercó la participante para felicitarme: “está siendo un curso excelente”.

Y cuando terminé la segunda y última sesión hice un comentario (rutinario para mí) y le dije a los participantes al despedirme: “Ojalá Dios nos volvamos a ver”. Entonces al final, de manera privada, se acerca la misma participante y me dice: “le iba a poner excelente maestro, pero ahora le voy a poner una calificación de muy bien a su exposición, porque mencionó a Dios, yo soy ingeniera, a mí me gusta la ciencia. Yo soy atea”.

Me llamó mucho la atención el comentario de la chica por varias razones: 

Un ponente al que no se le permita expresar opiniones, es un ponente descafeinado.

En las empresas y el mundo necesitamos gente auténtica y menos aquella que no tome ningún riesgo al hablar. Abunda gente que no opina nada porque tiene pánico a “hacer olas”.

Si alguien comparte lo que piensa lo hace más humano. Nos está haciendo un regalo personal, pues igual pudiera guardar sus pensamientos para sí.

La vida toda está interrelacionada: la sociedad, la religión, la política, economía, se afectan unas a otras lo queramos o no. Por ende, es válido que se conozcan las ideas en los foros, inclusive Linkedin, pues se supone que estamos entre adultos con ganas de interactuar.

Un oyente está en la libertad de tomar las opiniones que recibe, dejarlas o modificarlas. Querer limitar opiniones de los ponentes, no nos hace más maduros, nos hace una sociedad sin liderazgo, porque el liderazgo implica arriesgarse.

El caso de la chica pudiera ser una persona insegura. Ya que una persona segura no se ve afectada por opiniones que no comparte. 

A todo esto, ¿qué tiene de malo creer en Dios?

No debería tener nada de malo creer en Dios. Al contrario, no hay de qué avergonzarse. Expresa de alguna manera nuestra humildad ante el increíble y maravilloso universo que nos rodea. Es una manera de decir que los habitantes del planeta tierra no sabemos todo, y que no controlamos todo. Pasarán milenios y no sabremos todo y no controlaremos todo. Ni siquiera una fracción infinitesimal.

Es sano que personalidades como hombres y mujeres de a pie digan en lo que creen, y si nos quieren compartir su por qué, se les debería agradecer, ya que nos hacen pensar y enriquecen nuestra perspectiva.  

Parece que muchos ateos sienten una superioridad intelectual, y piensan que la ciencia y los científicos están de su lado.   

Sí hay científicos ateos importantes, no son pocos. Por otro lado, hay una cantidad enorme de científicos, matemáticos, astrónomos, ingenieros, biólogos de peso completo con sólida creencia en Dios. Por ejemplo: Thomas Alva Edison, Dmitri Mendeleev, Max Born, Ernest Rutherford, Isaac Newton, Albert Einstein, Max Plank, Nicolaus Copernicus, Charles Darwin, James Watt, Gregor Mendel, Johannes Kepler, Nikola Tesla, Gottfred Leibniz, Louis Pasteur, Carl Friedrich Gauss, Sir Francis Bacon, Neil Armstrong, Michael Faraday, James Clerk Maxwell, Alexander Fleming, René Descartés, Raymond Damadian, Wernher Von Braun, Alessandro Volta, Blaise Pascal, Edward Jenner, entre muchos otros. Les debemos desde la penicilina hasta la luz doméstica y todo lo que hay enmedio.

Prácticamente Estados Unidos fue fundado por teístas (personas que simplemente creen en Dios, ya sea de manera personal o dentro de una religión organizada). George Washington, Thomas Jefferson, Ethan Allen, Benjamín Frankin, Cornelius Harnett, Hugh Williamson, Thomas Paine, James Madison, Alexander Hamilton. Son algunos ejemplos. De ahí viene la frase: “In God We Trust”. 

Personalidades como Leonardo Da Vinci, Sócrates, Ludwig van Beethoven, Aristóteles, Víctor Hugo, Abraham Lincoln, Miguel Ángel, Adam Smith, Julio Verne, Johann Wolfgang von Goethe, Miguel de Cervantes, William Shakespeare. Alexandre Dumas, Wolfgang Amadeus Mozar, Johann Christian Andersen, Voltaire, Soren Kierkegaard, Rudyard Kipling, ¿Qué hubiera sido del mundo sin ellos? 

¿Habrá un colectivo que en calidad y cantidad supere a los teístas? 

Uno podría argumentar que ha sido la religión la que ha causado la mayor cantidad de guerras y muertos. Y podría ser. Excepto que el ateísmo en extremo ha sido devastador también. En realidad, las guerras se dan cuando los teístas o ateístas, para el caso, se radicalizan a tal grado de que no son capaces de reconocerse como mutuamente valiosos, escucharse, y ser tolerantes unos de los otros. 

Otro error que muchos ateístas cometen es asumir que los teístas profesan una religión conocida: ya sea catolicismo, cristianismo ortodoxo, protestantismo, o bien, islamismo, budismo, hinduismo, etc. Muchos teístas sí, pero, muchos no, ya que profesan sus creencias de manera absolutamente personal y única. 

Los teístas unipersonales tienen su propia religión inventada por ellos y para ellos, con su propio código de conducta. Son sus únicos feligreses. 

El ejemplo más claro de un teísta de religión unipersonal es el escritor francés Voltaire. Para Voltaire, Dios creó el universo, pero Dios no se involucra en la vida de las personas. Cuando Voltaire murió en Paris, no fue enterrado en una iglesia, porque no creía en un Dios de alguna religión. 

Tanto con los ateístas, como con los deístas, encontrarás radicales (grado más superlativo, personas que han creado guerras), posteriormente fanáticos gente que ya no puede aceptar opiniones diferentes; así como tolerantes, quienes pueden argumentar y tomar ideas de otras maneras de pensar. Sabemos que Voltaire era un teísta de los tolerantes por una de sus últimas frases: “Muero adorando a Dios, amando a mis amigos, no odiando a mis enemigos y detestando a la superstición”.  

Voltaire también sería recordado para la eternidad por su frase más famosa: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”. 

Inclusive, sin entrar a temas de religiones, cuando se hace una exposición de ideas en nuestra empresa para la administración del negocio, los ejecutivos también pueden llegar a asumir posiciones fanáticas o, si es el mejor de los casos, ser tolerantes para analizar las ideas ajenas por sus méritos. 

¿Qué pasaría si mi contraparte tuviera la razón y yo no?

Por ejemplo, ¿qué pasaría si alguien cree en Dios y no existe? Si alguien muere y resulta que ya no hay nada más, no habría nada que lamentar. Lo bueno y lo malo que esa persona hizo en vida se murió con él. 

Por otra parte, ¿qué pasaría si alguien cree que no hay Dios y efectivamente Dios existe? Si la persona estuvo pensando que no hay nada más después de morir, y resulta que sus actos presentes sí tienen consecuencias posteriores, entonces probablemente pensaría dos veces las cosas antes de precipitarse en hacer alguna acción indebida. 

Por ello deberíamos abundar si nuestras creencias nos hace ser mejores personas y dichas creencias nos sirven para los fines prácticos en nuestra vida.  

Estamos en la época de ser “políticamente correctos” al extremo.

¿Ya no se puede compartir ni un saludo de despedida para no “ofender” a nadie? Creo que hubiera sido más interesante que la chica me preguntara: “Maestro, me llamó la atención que se “atrevió” a mencionar a Dios, ¿qué es lo que le hace creer que Dios existe?

Con eso, ella hubiera abierto su mente, y después de una pequeña explicación de mis creencias, hubiera permitido que yo, a mi vez, le hubiera preguntado: ¿qué es lo que hace que tu no creas en Dios? Ese diálogo, sin afán de querernos convencer uno al otro, hubiera sido constructivo y nos hubiera enriquecido a ambos.  

Descalificar una instrucción completa por un único comentario es inmaduro.

Mi invitación sería: quedémonos con el 1% de lo positivo de un mensaje aunque no nos guste el 99% del mismo. O bien, quedémonos con el 99% de un mensaje que sí nos gusta y no lo desacreditemos por el 1% que no nos gustó. 

Apoyemos a que la gente se exprese. 

Si no nos atrevemos a decir opiniones, estaremos creando generaciones de gente débil que no puede enfrentar pensamientos diferentes. Implica el desgaste de “tratarla siempre entre algodones” porque se puede “herir su susceptibilidad”. 

Es claro que muchas veces nos toca ser el oyente, que es una posición cómoda, pero habrá veces que seremos ponentes y seguro nos iba a gustar un auditorio tolerante a un auditorio inmaduro que no esté abierto otra manera de pensar. 

Pareciera que aquellos que creemos en Dios les tenemos que demostrar que Dios existe a aquellos que no creen en Dios.

Hay muchos posts de literatura atea donde se exige a los teístas: “a ver, demuestren que Dios existe”. Bueno, sería igual de válido para un teísta decirle a un ateísta “a ver, demuestra que Dios no existe”.

El caso es que no debemos exigirnos de una parte a la otra parte. Si las partes son maduras, decíamos, se pueden compartir argumentos que nos ayuden a entendernos y a ser mejores amigos.

Sin que sea una exigencia, me permitiré compartir contigo un par de pequeñas razones de por qué creo en Dios. Hay muchas razones más; se me ocurren de botepronto éstas:

No creo que el ser humano, con toda la tecnología del siglo XXI, la del XXII, ni la del XXIII, etc., pueda crear intangibles. Por ejemplo: crear piedad, empatía, alegría, pudor, depresión, entusiasmo. Sabemos que existen, ¿dónde está, pues, la máquina que pueda replicar esos sentimientos con exactitud? 

Cuando observas a un perrito y ves su cara de inocencia, de lealtad, ¿no estás viendo algo divino? 

Otra razón simple es que hay demasiadas obras sublimes en el planeta, en todas las culturas, para pensar que Dios es una mera fantasía humana. En mi humilde opinión, eso no puede ser obra de la coincidencia. Así mismo, dado que enormes personalidades, grandes líderes que fueron parteaguas de la humanidad, gente más valiosa que yo, creyó en Dios, ¿no sería más práctico ser “follower”, que un "contrario" de ellos? 

Ahora bien, esas son, tan solo, un par de razones. “Si no te gustan, tengo otras” (como decía el famoso comediante y teísta Groucho Marx). 

Me considero afortunado de tener amigos de varias religiones, ateos, agnósticos incluidos. Nos llevamos bien, porque toleramos nuestras diferentes maneras de pensar y procesar el mundo. A fin de cuentas, es difícil “convertir” a nadie de religión, más aún de no-religión a religión, o viceversa. 

Imagina un mundo donde ateístas, teístas y agnósticos hicieran equipo o al menos no se enfrentaran. Eso ya ha pasado en la humanidad. Siendo el ejemplo más notable la ciudad de Toledo, España, conocida siempre por ser la “Ciudad de la Tolerancia” o “la Ciudad de las Tres Culturas”, con la convivencia de judíos, musulmanes y cristianos. 

¿Qué tal el Singapur del siglo XXI? Un país donde conviven en armonía:

Budistas 33%

Cristianos 18%

Islámicos 14%

Taóistas 10%

Hinduístas 6.5%

Ateos 18.5%

Teístas sin religión organizada 0.6% 

Singapur puede muy bien ponerse como uno de los países más desarrollados del mundo y en tiempo récord. Es la prueba que con respeto podemos hacer cosas mejores. 

Con tolerancia religiosa, política, étnica, los grupos humanos tienen el potencial de llevarse bien, independientemente de sus creencias, y en el ámbito donde lo quieran aplicar: desde la familia, empresa o país.

Ing. Gerardo Herrero Morales, 2021 Derechos reservados

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