Ahorros Tontos, Ahorros Inteligentes
Estando en primer semestre de ingeniería me tocó un
compañero de habitación que cursaba la misma carrera, solo que él estaba en el
último semestre. Y de alguna manera tuvo tiempo para compartirme amablemente algunos
consejos para enfrentar los 5 años por venir.
“Cuando vayas a pensar en ahorrar, piensa bien si se trata
de un ahorro tonto o uno inteligente. No ahorres en libros, no ahorres en
comida, no ahorres en un colchón bueno, no ahorres tiempo no yendo al gimnasio.
Esos serían ahorros tontos. Ahorra en fiestas, ahorra en alcohol, ahorra tiempo
no viendo televisión. Esos serían ahorros inteligentes”. Los ahorros tontos son
populares, uno quiere comer sabrosa comida chatarra, o pasar el tiempo
divirtiéndose. Los ahorros inteligentes implican un grado de disciplina, y por
ende no son muy populares.
Cuando tienes una materia de contabilidad te explican que
hay múltiples diferenciaciones de costos: costos de producción, costos
directos, indirectos, costos sumergidos, costos ABC, etc. Lo que no nos
explican es que también hay costos tontos y costos inteligentes. Cuando
hablamos en costos no solo nos estamos refiriendo a los económicos, sino de
tiempo, energía, motivación, imagen, etc.
Y al no saber ésta distinción cometemos demasiados errores
en nuestra vida profesional y personal. Ejemplos de lo anterior serían
regatearle mucho a un proveedor, solo para que el proveedor nos embarque
dándonos la última prioridad dentro de sus clientes. Al llegarnos la mercancía con
poco tiempo de producción podríamos tener que pagar horas extras para cumplir
nuestros propios compromisos. Y eso podría salirnos más caro que haberle pagado
al proveedor su precio original. Otro ejemplo sería haberle regateado al
proveedor, solo para descubrir después que fabricó nuestras piezas con
materiales de segunda. Un proveedor puede, en teoría, aceptar negociaciones
donde el cliente gana y el proveedor pierde. Lo que ocurre en realidad es que
el proveedor no pierde. El proveedor nos rebaja la categoría dentro de sus
clientes preferenciales, ya sea castigándonos en tiempo de entrega, calidad o
servicio. Esos serían ahorros tontos. Claro que resulta atractivo ir con el
jefe y presumirle que “ahorramos costos” regateándole al proveedor, y lo más probable
es que el jefe aplauda. Cada vez que pagas menos, pierdes poder de exigirle a un
proveedor que te entregue un producto en tiempo y forma. Una mejor estrategia
es hacer una negociación ganar-ganar, en donde se le ofrece al proveedor mayor
volumen o mayor frecuencia en las compras a cambio de mejores precios (ahorro
inteligente).
Otro ejemplo sería cuando recursos humanos para “ahorrarse
el 50%”, contrata a un operario de $10,000 pesos al mes que echa a perder la
producción y descompone su máquina, por no haberle pagado a un operario que
cobraba $15,000 pesos pero que hacía una producción impecable. Es decir, hay un
costo asociado a la incompetencia. Hay cuatro escenarios diferentes: un
trabajador de $15,000 bueno, uno de $15,000 malo (sería el peor caso), uno de $10,000
malo y uno de $10,000 bueno (que aparentemente pudiera ser el mejor caso), sin
embargo, lo que muy probablemente ocurra es que ese trabajador tan bueno y tan
barato se vaya a la primera oportunidad dejándonos la máquina tirada o que los
compañeros le hagan “bullying” para que no los deje en evidencia y les afecte sus
intereses al cobrar tan poco. Hay que considerar todos los escenarios y prever
qué hacer si nos sale malo, simplemente porque quisimos “ahorrar”.
Un caso reciente, la presente administración de México
canceló el aeropuerto de Texcoco que llevaba 35% de avance, y la argumentación
era que había habido corrupción y que haciendo un par de pistas en el aeropuerto
militar de Santa Lucía se “ahorrarían $100,000 millones de pesos”. En vez de revisar si hubo esos actos de
corrupción, corregirlos y atrapar culpables, se tomó una decisión política en
lugar de un análisis económico, que incluyera elementos como:
1. El
costo de pagarle a los inversionistas que prestaron para hacer el aeropuerto de
Texcoco.
2. El
costo en tiempo (que lleva años) de hacer estudios de viabilidad en Santa
Lucía.
3. El
costo de oportunidad de no contar con un aeropuerto moderno para sustentar la
demanda creciente de decenas de millones de viajeros.
4. El
costo intangible de imagen en donde México es visto como un país no confiable
para invertir.
5. El
costo de traslado de los pasajeros entre 3 tipos diferentes de aeropuertos
distanciados horas entre sí (Santa Lucía, el actual y el de Toluca), con la consiguiente
pérdida en turismo y en negocios.
6. La
pérdida de competitividad de no contar con un aeropuerto centralizado para
distribución de carga aérea.
7. El
despido de 45,000 trabajadores directos y la pérdida de 450,000 puestos de
trabajo indirectos.
8. La
compra de otros terrenos para trasladar a las familias de los militares
desalojados en el aeropuerto de Santa Lucía.
9. La
contaminación del lago natural de Zumpango donde está el aeropuerto de Santa
Lucía.
10. El
riesgo de accidentes de aviación al estar operando tres distintos aeropuertos
al mismo tiempo.
11. La
devaluación inmediata que originó la cancelación al pasar de 18.50 pesos por
dólar a 20 pesos.
12. El incremento
en la prima de riesgo que piden los inversionistas para comprar bonos
mexicanos.
Analistas económicos diversos consideran que ese “ahorro”
le puede costar a México más de 1 punto porcentual del PIB cada año. Al final
del día, las autoridades aeronáuticas no avalarán a Santa Lucía, por
consiguiente, las aerolíneas internacionales no querrán volar ahí. México se quedará
sin aeropuerto de Texcoco, ni tampoco habrá Santa Lucía operativo.
Aquí el punto es que cuando tomemos decisiones hay que
checar si un ahorro es real o falso. Para que un ahorro sea real debe ser
ganar-ganar, debe tener considerados todos los costos asociados sin omitir
ninguno. Conque omitamos uno solo puede ser devastador, así como los costos
intangibles que puedan existir. Tomar decisiones populares podrá ser aplaudido
en el corto plazo, sin embargo, las consecuencias futuras de alto impacto se presentan
porque la realidad es siempre implacable.
Derechos Reservados 2019, Ing. Gerardo Herrero Morales.
https://mx.linkedin.com/in/gerardoherrero
No hay comentarios:
Publicar un comentario