martes, 8 de enero de 2019

Ahorros Tontos, Ahorros Inteligentes


Ahorros Tontos, Ahorros Inteligentes

Estando en primer semestre de ingeniería me tocó un compañero de habitación que cursaba la misma carrera, solo que él estaba en el último semestre. Y de alguna manera tuvo tiempo para compartirme amablemente algunos consejos para enfrentar los 5 años por venir.

“Cuando vayas a pensar en ahorrar, piensa bien si se trata de un ahorro tonto o uno inteligente. No ahorres en libros, no ahorres en comida, no ahorres en un colchón bueno, no ahorres tiempo no yendo al gimnasio. Esos serían ahorros tontos. Ahorra en fiestas, ahorra en alcohol, ahorra tiempo no viendo televisión. Esos serían ahorros inteligentes”. Los ahorros tontos son populares, uno quiere comer sabrosa comida chatarra, o pasar el tiempo divirtiéndose. Los ahorros inteligentes implican un grado de disciplina, y por ende no son muy populares.

Cuando tienes una materia de contabilidad te explican que hay múltiples diferenciaciones de costos: costos de producción, costos directos, indirectos, costos sumergidos, costos ABC, etc. Lo que no nos explican es que también hay costos tontos y costos inteligentes. Cuando hablamos en costos no solo nos estamos refiriendo a los económicos, sino de tiempo, energía, motivación, imagen, etc.

Y al no saber ésta distinción cometemos demasiados errores en nuestra vida profesional y personal. Ejemplos de lo anterior serían regatearle mucho a un proveedor, solo para que el proveedor nos embarque dándonos la última prioridad dentro de sus clientes. Al llegarnos la mercancía con poco tiempo de producción podríamos tener que pagar horas extras para cumplir nuestros propios compromisos. Y eso podría salirnos más caro que haberle pagado al proveedor su precio original. Otro ejemplo sería haberle regateado al proveedor, solo para descubrir después que fabricó nuestras piezas con materiales de segunda. Un proveedor puede, en teoría, aceptar negociaciones donde el cliente gana y el proveedor pierde. Lo que ocurre en realidad es que el proveedor no pierde. El proveedor nos rebaja la categoría dentro de sus clientes preferenciales, ya sea castigándonos en tiempo de entrega, calidad o servicio. Esos serían ahorros tontos. Claro que resulta atractivo ir con el jefe y presumirle que “ahorramos costos” regateándole al proveedor, y lo más probable es que el jefe aplauda. Cada vez que pagas menos, pierdes poder de exigirle a un proveedor que te entregue un producto en tiempo y forma. Una mejor estrategia es hacer una negociación ganar-ganar, en donde se le ofrece al proveedor mayor volumen o mayor frecuencia en las compras a cambio de mejores precios (ahorro inteligente).

Otro ejemplo sería cuando recursos humanos para “ahorrarse el 50%”, contrata a un operario de $10,000 pesos al mes que echa a perder la producción y descompone su máquina, por no haberle pagado a un operario que cobraba $15,000 pesos pero que hacía una producción impecable. Es decir, hay un costo asociado a la incompetencia. Hay cuatro escenarios diferentes: un trabajador de $15,000 bueno, uno de $15,000 malo (sería el peor caso), uno de $10,000 malo y uno de $10,000 bueno (que aparentemente pudiera ser el mejor caso), sin embargo, lo que muy probablemente ocurra es que ese trabajador tan bueno y tan barato se vaya a la primera oportunidad dejándonos la máquina tirada o que los compañeros le hagan “bullying” para que no los deje en evidencia y les afecte sus intereses al cobrar tan poco. Hay que considerar todos los escenarios y prever qué hacer si nos sale malo, simplemente porque quisimos “ahorrar”.

Un caso reciente, la presente administración de México canceló el aeropuerto de Texcoco que llevaba 35% de avance, y la argumentación era que había habido corrupción y que haciendo un par de pistas en el aeropuerto militar de Santa Lucía se “ahorrarían $100,000 millones de pesos”.  En vez de revisar si hubo esos actos de corrupción, corregirlos y atrapar culpables, se tomó una decisión política en lugar de un análisis económico, que incluyera elementos como:

1.    El costo de pagarle a los inversionistas que prestaron para hacer el aeropuerto de Texcoco.

2.    El costo en tiempo (que lleva años) de hacer estudios de viabilidad en Santa Lucía.

3.    El costo de oportunidad de no contar con un aeropuerto moderno para sustentar la demanda creciente de decenas de millones de viajeros.

4.    El costo intangible de imagen en donde México es visto como un país no confiable para invertir.

5.    El costo de traslado de los pasajeros entre 3 tipos diferentes de aeropuertos distanciados horas entre sí (Santa Lucía, el actual y el de Toluca), con la consiguiente pérdida en turismo y en negocios.

6.    La pérdida de competitividad de no contar con un aeropuerto centralizado para distribución de carga aérea.

7.    El despido de 45,000 trabajadores directos y la pérdida de 450,000 puestos de trabajo indirectos.

8.    La compra de otros terrenos para trasladar a las familias de los militares desalojados en el aeropuerto de Santa Lucía.

9.    La contaminación del lago natural de Zumpango donde está el aeropuerto de Santa Lucía.

10. El riesgo de accidentes de aviación al estar operando tres distintos aeropuertos al mismo tiempo.

11. La devaluación inmediata que originó la cancelación al pasar de 18.50 pesos por dólar a 20 pesos.

12. El incremento en la prima de riesgo que piden los inversionistas para comprar bonos mexicanos.

Analistas económicos diversos consideran que ese “ahorro” le puede costar a México más de 1 punto porcentual del PIB cada año. Al final del día, las autoridades aeronáuticas no avalarán a Santa Lucía, por consiguiente, las aerolíneas internacionales no querrán volar ahí. México se quedará sin aeropuerto de Texcoco, ni tampoco habrá Santa Lucía operativo.

Aquí el punto es que cuando tomemos decisiones hay que checar si un ahorro es real o falso. Para que un ahorro sea real debe ser ganar-ganar, debe tener considerados todos los costos asociados sin omitir ninguno. Conque omitamos uno solo puede ser devastador, así como los costos intangibles que puedan existir. Tomar decisiones populares podrá ser aplaudido en el corto plazo, sin embargo, las consecuencias futuras de alto impacto se presentan porque la realidad es siempre implacable.

Derechos Reservados 2019, Ing. Gerardo Herrero Morales.

https://mx.linkedin.com/in/gerardoherrero

No hay comentarios:

Publicar un comentario